Aquí os traigo un árticulo publicado por el catedrático de economía Santiago Niño Becerra en su blog "La Carta de la Bolsa", donde nos habla sobre como el término AUSTERIDAD del que tanto se habla ultimamente no parece ser la solución a la crisis que asola nuestro país.
Decir que Niño Becerra fué uno de los economistas que hablaban de los peligros de la burbuja inmobilaria y sus consecuencias futuras, claro que por aquel entonces se le tachaba de un economista con un pesimismo exagerado.
El concepto está muy, muy de moda. ¿Qué es la austeridad?. Define la
RAE: “Cualidad de austero”. (En la segunda acepción dice: “Mortificación
de los sentidos y pasiones”. Dejemos esa deriva). Y de ‘austero’ da
cuatro acepciones de las que, pienso, la que cuadraría en este caso
sería: “Sobrio, morigerado, sencillo, sin ninguna clase de alardes”.
Austeridad es vivir con lo que se tiene; gastar lo que se dispone; no
pedir lo que se sabe no se va a poder devolver. Hoy no es posible otra
vía porque ha desaparecido -desapareció hace años- la capacidad de
continuar haciendo lo que se hizo debido a que al agotamiento de la
capacidad de endeudamiento ocurrido haca bastante se añade una deuda a
pagar que, en innumerables casos, es impagable. ¿Qué queda, por tanto?,
pues lo sobrio, lo morigerado, lo sencillo, y vivir sin ninguna clase de
alardes.
Y ante ese panorama quienes deciden lo que hay que decidir dicen: ‘hay que reducir la austeridad’.
Pienso que el problema no es la austeridad ni la solución está en
reducir la austeridad. El problema estriba en que ya no es posible
volver a funcionar como antes se funcionó, y la solución radica en un
conjunto de medidas muy, muy distintas a las antiguas entre las que se
cuenta … ser austero.
Veamos. ¿Realmente se desea reducir la tasa de desempleo en España?,
pienso que tan sólo hay dos posibilidades: o se vuelven a construir
800.000 viviendas al año y se retorna a la capacidad de endeudamiento
que empresas y familias tenían en el 2005, o desciende la población
activa. (Evidentemente existe una tercera vía: encontrar una actividad
que tenga los mismos efectos sobre la Economía que construir 800.000
viviendas al año). Sigamos. ¿Verdaderamente se quiere que los ingresos
fiscales en España vuelvan a aumentar el 16% que han caído desde el 2007
sin subir los tipos impositivos?, pues lo mismo que antes. Más. ¿Se
desea de verdad que la Seguridad Social abandone el déficit que la está
ahogando?, hay que hacer lo ya dicho. En definitiva. ¿Se busca que el
PIB crezca a, como mínimo, un 2,5%?, no queda otro remedio que hacer lo
indicado. Bien, puede que diga alguien: ‘¡Pues, hágase!. Ya, lo que
sucede es que es imposible. Im-po-si-ble. Simplemente hay que volver a
leer lo anterior. Lo que significa que ya no va a haber café para todos;
en ninguna parte.
¿Cuál es el camino?. Lo primero realizar un análisis de la eficiencia
del gasto: al céntimo. Repartir muy bien lo escaso, lo perentorio, lo
ineludible, lo urgente, con criterio exquisito. Y ser sobrio,
morigerado, sencillo, y vivir sin ninguna clase de alardes; es decir,
ser austero. Argüir otra cosa, sugerir otro camino, pienso que no es más
que la patada delante de siempre para ganar dos meses más al tiempo. Y
cambiar tiempo por reformas es hacer tragar un jarabe amargo añadiendo
un poco de azúcar: lo que quedará es el jarabe, no el azúcar.
Y si lo quieren llamar de otra manera, pues vale.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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